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El Estado incompetente

miércoles, 15 de octubre de 2014


Vamos a intentar aclarar unos conceptos usando simplemente la lingüística.

Competente viene de competir, que quiere decir que rivaliza en el mercado ofreciendo o demandando un bien o servicio. También se puede aplicar a los que aspiran a obtener una misma cosa, como es el caso de una competición deportiva. Lo que viene a ser lo mismo. Por tanto, un individuo o empresa es competente cuando ofrece un producto o servicio que puede competir en el mercado.

¿Puede por tanto el Estado y el sector público ser competentes? La respuesta es que no. El sector público no compite en el mercado ni usa las reglas de ésta para hacer lo que quiera que haga. Y si no es competente, solo puede ser otra cosa: INCOMPETENTE. No negaré que puede haber funcionarios mejores y peores, servicios públicos mejores y peores, y Estados mejores y peores, pero no por ello puede decirse que sean competentes. Pues como hemos dicho, no compiten y por tanto, no es aplicable. Habrá alguno, y con razón, que dirá que los aspirantes a funcionarios compiten entre sí en las llamadas oposiciones. O que los partidos políticos también compiten entre sí para llegar al poder. Pues bien, razón no les falta. Y, suponiendo que todos estos procedimientos fueran limpios, que ya es mucho suponer, podríamos decir que solo los más competentes conseguirían estos demandados puestos, pero una vez conseguidos dejan de competir pasando a ser de competentes a incompetentes. El más competente de entre todos ellos pasaría a ser un incompetente más una vez ha conseguido su tan preciado puesto en el sector público.



¿Por qué entonces hay países o sectores públicos que son mejores que otros? La razón es simple. Se ha dejado algo de libertad para que los funcionarios compitan entre sí una vez han conseguido el puesto. Sería el caso de la educación pública de Finlandia, por poner un ejemplo. La descentralización en el sector público puede conseguir disminuir esta incompetencia, pero nunca anularla del todo.


Esto nos lleva a otro concepto a analizar: el impuesto. ¿Cómo financiar algo que ya sabemos a priori que es incompetente? Pues la respuesta es obvia, imponiéndolo. De ahí viene precisamente la palabra impuesto, de IMPONER. Los individuos que viven dentro de las fronteras de cada Estado están obligados a financiar al sector público. Quieran o no quieran. Sean mejores o peores los supuestos servicios que ofrece dicho Estado.

Sin embargo, después de todo, los Estados sí pueden competir entre sí de alguna forma. El problema es que la forma de competir entre Estados no siempre es la deseable, más bien casi nunca lo es. Hemos dicho que la descentralización en el sector público puede llevar a una cierta competencia entre ellos. Esto sería personal más cualificado, competencia fiscal y regulatoria... Todo eso suena muy bien, pero no suele ser así. Por lo menos no entre grandes Estados. La forma de competir entre los Estados difiere mucho de la de los mercados. Éstos usan la fuerza bruta, ya sea mediante aranceles, imposiciones, sanciones o directamente en forma de guerras. Para ello no dudan en usar todos los recursos de sus ciudadanos, llegando incluso a usar a los ciudadanos mismos obligándolos a participar en conflictos bélicos. 

 
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