De cómo se hace para que Marx tenga razón.
El socialismo, y la parte que les toca en los partidos social-demócratas y en menor medida incluso los democristianos, imponen una serie de legislaciones para que se cumplan sus profecías.
Según Marx, los salarios tenderían a la baja porque la masa laboral demandante de empleo siempre sería superior a la oferta de empleo de los empleadores capitalistas.
Para cumplir esta profecía, basta con imponer una legislación donde se limite continuamente, adaptándose a los tiempos y circuntancias, la oferta de empleo. Tales medidas suelen tener una mayoría de aceptación social, pues muchas, miradas individualmente, parecen racionales e icluso deseables, aunque eliminen en cierta medida puestos de trabajo. Otro problema añadido es que hacen difícil, por no decir imposible, separar lo que pueda ser aceptable y deseable de lo que no. Leyes de seguridad, higiene y medio ambiente junto a salarios mínimos, convenios colectivos, indemnizaciones por despido, obligatoriedad de sindicalismo, impuestos crecientes y limitaciones de tamaño, permisos y licencias, limitaciones del suelo, regulaciones por sectores, horarias y un largo etc.
Con todas estas medidas en su conjunto se consigue frenar la creación de empleo. Haciendo de la predicción de Marx, una profecía autocumplida. Marx tenía razón porque hacemos que tenga razón. Y las medidas que se toman para solventar los problemas que Marx nos avisaba, son las que hacen que estos mismos problemas se cumplan. Un argumento circular que crea una espiral que destruye empleo y riqueza, creando pobreza y más legislación para paliar esta injusticia y pobreza.
En resumidas cuentas, se destruye empleo para demostrar que se destruye empleo.
Solo hay una manera de matar al capitalismo: con impuestos, impuestos y más impuestos.”
Karl Marx
